Nos
encontramos en unas fechas que en la cultura occidental están
marcadas por la fiebre consumista, en el marco del simbolismo de la
Navidad como festividad cristiana.
Es en este contexto en el que el consumo viene acompañado del aumento de reclamos publicitarios que nos venden abrigos de piel, patas de cerdos asesinados ("jamón"), bebés de distintas especies (cerdos, corderos...) así como animales marinos, unido a su vez de ideología burguesa que equipara la posesión de estos "productos" como algo distintivo, que nos dota de un mayor reconocimiento social.
Los animales no humanos son explotados, torturados y asesinados durante todo el año, con distintos métodos y para distintos fines. Esto es injusto, inmoral y ecológicamente insostenible. Y es en nuestra cultura en la que sobre valores teóricamente solidarios, nos encargamos de aumentar la demanda de cadáveres para, mientras abrimos la boca con discursos de paz, respeto y bondad, la cerramos metiendo en nuestro cuerpo dolor, desprecio y apatía
Creemos en una sociedad diversa, laica, en la que las tradiciones no se impongan, sino que se desarrollen de forma libre. Pero las tradiciones que conllevan explotación, tortura y asesinatos en masa no merecen ser celebradas.
Hay que señalar y cuestionar todo aquello que oprime, que somete. Y la opresión que sufren millones de animales nos obliga a posicionarnos con las víctimas, a señalar a los verdugos. Es el especismo, como sistema de explotación basado en la discriminación de las especies animales no humanas, el responsable social y económico del mayor genocidio de la historia, el que sufren los animales cada día. Contra este sistema criminal, que prioriza el bienestar económico y los privilegios de especie por encima de la justicia y la libertad de todas, nuestra lucha debe ser clara y directa en defensa de las oprimidas.
¡Si no es fiesta para todas, no hay nada que celebrar!
Es en este contexto en el que el consumo viene acompañado del aumento de reclamos publicitarios que nos venden abrigos de piel, patas de cerdos asesinados ("jamón"), bebés de distintas especies (cerdos, corderos...) así como animales marinos, unido a su vez de ideología burguesa que equipara la posesión de estos "productos" como algo distintivo, que nos dota de un mayor reconocimiento social.
Los animales no humanos son explotados, torturados y asesinados durante todo el año, con distintos métodos y para distintos fines. Esto es injusto, inmoral y ecológicamente insostenible. Y es en nuestra cultura en la que sobre valores teóricamente solidarios, nos encargamos de aumentar la demanda de cadáveres para, mientras abrimos la boca con discursos de paz, respeto y bondad, la cerramos metiendo en nuestro cuerpo dolor, desprecio y apatía
Creemos en una sociedad diversa, laica, en la que las tradiciones no se impongan, sino que se desarrollen de forma libre. Pero las tradiciones que conllevan explotación, tortura y asesinatos en masa no merecen ser celebradas.
Hay que señalar y cuestionar todo aquello que oprime, que somete. Y la opresión que sufren millones de animales nos obliga a posicionarnos con las víctimas, a señalar a los verdugos. Es el especismo, como sistema de explotación basado en la discriminación de las especies animales no humanas, el responsable social y económico del mayor genocidio de la historia, el que sufren los animales cada día. Contra este sistema criminal, que prioriza el bienestar económico y los privilegios de especie por encima de la justicia y la libertad de todas, nuestra lucha debe ser clara y directa en defensa de las oprimidas.
¡Si no es fiesta para todas, no hay nada que celebrar!
Andaluzas por la Liberación Animal (A.L.A.)
